diciembre 15, 2010

La Sierra Oaxaqueña cambió de color

Día 4
El verde que acostumbra colorear estos lugares adornados por una perfecta vegetación que le provee una humedad natural, se vistió de colores.
Uniformados con playeras amarillas llegaron los Pallazos Rodantez a dos comunidades alejadas de la capital Oaxaqueña y del municipio que las contiene: Santiago Juxtlahuaca.
En lugares donde el calor es fuerte; donde el sol calienta y encuentra su apogeo desde las 8 de la mañana, Chío y Chicloso hallaron su escenario en las canchas de basquetbol de las primarias regionales.
En esta ocasión llegaron a imponer un ambiente de alegría en las comunidades de Cerro Cabeza y Cerro Pájaro, pertenecientes a la región triqui baja del estado de Oaxaca; entre el calor y el polvo fueron recibidos con ánimo por los alumnos y profesores.
Primero tocó a Cerro Cabeza, donde los pequeños de primaria disfrutaron los trucos que
Chicloso realizó con el yoyo chino, aunque mayor fue su gozo al ver la cara de susto del payaso cuando le pusieron un saltamontes en su vestimenta, insecto que sirvió de juego durante gran parte del espectáculo; entre trucos de magia, globos, pelota y corretizas para alcanzar a aquéllos que después de unos minutos perdieron el temor a tan peculiares personajes; con unos XV años recreados a través de papel periódico, el show terminó como si hubiera durado un instante.
Un agradecimiento, la adición de una dinámica de canciones a los ejercicios ya establecidos de juego con pelotas; el grito unísono de los nombres de los Pallazos Rodantez, y un hasta luego cerraron una presentación ante un público receptivo.
Kilómetros más tarde Cerro Pájaro los recibió con los brazos abiertos; una cancha de terrecería fue el escenario; un sol radiante, el reflector que marco el inicio de un nuevo show.
En esta ocasión Chío fue la sensación; alrededor de la pareja clown se colocaron diferentes tipos de espectadores: frente a ellos, los niños; a un costado los adultos que se acercaron a apreciar el show; del otro lado un grupo de adolescentes, principalmente hombres que disfrutaban viendo la actuación de Rocío.
Todo transcurría de la manera deseada, hasta que un mago despistado provocó el llanto de una pequeña que se asustó al verse elevada en una silla que Chicloso había decidido hacer volar; un aterrizaje forzoso y el cambio de voluntaria fue la solución; miradas atentas disfrutaban la forma en que los payasos se robaban las pelotas para hacer malabares con el deseo de ser el foco de atención; la caótica aparición del periódico que fue una atracción para los espectadores, y una petición de soltarlo para que se pudiera continuar con el espectáculo, dieron fin a su participación.
Reunidos en un círculo en medio de la cancha se veían volar esferas de colores por el aire; poco después se escuchaba a todo pulmón el “alele quitatonga”; finalmente un “Gracias” en español y triqui para el agente de la comunidad y para la UDMULT, dieron paso al momento de saciar la sed y comenzar el regreso al albergue.
Igual que la sed, el estómago quedo satisfecho una vez que llegaron a Río Venado; “barriga llena corazón contento”, un baño, y era momento de hacer más pelotas. La meta se fijó en 300 ; comenzaron los tres, más tarde se unieron a la labor Sebastián, Memo y unos niños del albergue; entre pláticas y música el tiempo se fue volando, pero cuando faltaba menos por llegar al número deseado, el Pet se terminó; los entrenadores se retiraron a su cuarto mientras los payasos permanecían contando pelotas y platicando.
Minutos más tarde llegó la hora de partida de Rocío, quien se fue a su habitación a descansar para poder tener energía para el día que comenzaría.

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