mayo 03, 2011

Asentamiento Triqui (Ciudad de México)

Este 30 de abril los Pallazos Rodantez convivieron y con niños de origen triqui una tarde de risas y diversión.
En esta ocasión el escenario fue diferente, el verde de la montaña cambió al pálido gris que tienden a portar los edificios en la ciudad; por primera ocasión, y después de dos viajes a la región triqui en Oaxaca, los payasos se presentaron en un asentamiento ubicado en la delegación Gustavo A. Madero, al norte del Distrito Federal.
Entre el calor y un mar de gente que se movía en las calles a sus respectivos destinos, arribaron en el metro; las mochilas que cargaban en sus espaldas daban la impresión de un destino lejano que los ocuparía varios días, la realidad era que tan sólo unos metros los alejaban de su destino.
Los kilómetros de distancia entre León, Guanajuato, y la ciudad de México, alejaron a Alhelí y Chio, e hicieron que en esa ocasión Io y Chicloso fueran los encargados de contagiar de alegría a los niños en su día; la celebración era por cuenta doble: el Día del Niño y el aniversario oficial de Pallazos Rodantez.
Mientras platicaban y recordaban aquel primer viaje a Oaxaca, se adentraron a un complejo departamental donde finalmente se toparon con un patio cuyas paredes decoradas hacían evidente que no habían perdido el rumbo; unos jóvenes jugando squash les dieron la bienvenida por lo que decidieron atravesar la cancha improvisada para no interrumpir el juego.
Con el aviso de su llegada se dispusieron a esperar y prepararse; entre juegos, bromas y comentarios, se podía ver salir de las fauces de sus mochilas partes de vestuario y demás elementos que utilizarían en el escenario; los niños hacían su presentación de dos en dos, y con un aire curioso e incrédulo preguntaban: “¿Tú eres el payaso?”, “No, es él” “No, es ella”, contestaban.
Los recibió el representante del movimiento en el DF, Pascual González; al tiempo que platicaban se reunió un grupo de pequeños que agarró por sorpresa a Chicloso, quien pretendía cambiarse, por lo que mientras los niños convocaban con un altavoz a que chicos y grandes bajaran a compartir una tarde con los artistas, él buscó un escondite para llevar a cabo el cambio de vestuario.
Alrededor de las 17:00 horas, con aproximadamente 20 niños más los adultos que hicieron su arribo, era momento de empezar; las naves de Pallazos Rodantez aterrizaron en medio del revuelo de los niños que se mostraban inquietos por saber qué pasaría.
Entre risas, bromas y juegos, los niños se divertían mientras los payasos tenían que torear y entablar un díalogo con un perro que ladraba al son que ellos le tocaban; aros, pelotas, clavas y monociclo se hicieron presentes para dar muestra de trucos y accidentes que Io y Chicloso saben hacer.
El show seguía su curso habitual hasta que al mago se le ocurrió desaparecer no a uno, sino a dos niños, y mandarlos hasta Rastrojo, Oaxaca, por lo que su asistente tuvo que hacer uso de todas sus fuerzas y mantenerse firme hasta el momento de la reaparición.
Entre aplausos y sonrisas, los personajes agradecieron y se despidieron con un juego en el que participaron todos los niños, quienes finalmente se alejaron felices a recoger los dulces y globos que les entregó Don Pascual; así después de enseñar a quienes se acercaban intrigados por algún truco, todos se dispersaron y regresaron a sus hogares.
Por su parte, los payasos fueron invitados a comer a casa del representante del MULT, donde fueron recibidos por su familia y degustaron un rico plato de carne con papas en salsa roja mientras platicaban sobre diferentes anécdotas y planes.
El tiempo voló y al darse cuenta el reloj marcaba las 19:00, era el momento de marcharse a cumplir con otros compromisos; agradecieron la invitación y el trato recibido y se encaminaron a seguir su camino en el transporte favorito de muchos: el metro.
Sus siluetas se fueron perdiendo entre las muchas otras que abordaban los vagones en dirección desconocida, pero las sonrisas no se apagaban y la felicidad de continuar escribiendo historias de alegría a un año de iniciado el proyecto era evidente.

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