diciembre 17, 2010

La recta final

Días 10 y 11
La recta final para Pallazos Rodantez se sintió a partir del miércoles 8 de diciembre; la visita a comunidades triquis comenzaba a ver su fin, reflejado en la disminución de la actividad para esta Asociación.
Ese mismo día cumplieron el compromiso adquirido de regresar a Santa María Pueblo Nuevo, donde días antes los partidos de basquetbol impidieron su participación; con un abundante desayuno de sopa de fideo con frijol, tortillas y leche, se alistaron y subieron las cosas en el que en esa ocasión sería el vehículo oficial de Pallazos Rodantez: la camioneta verde de Alfredo.
Adelante iban Alfredo como conductor y Carlos en el lugar del copiloto; atrás Alhelí, Iván y Rocío acompañados por Hilario, Rigo y Memo para evitar una caída; arribaron al lugar alrededor de las 10:30 de la mañana; el camino cerrado por las carreras de caballos que tendrían lugar por la tarde, los obligó a dejar la camioneta metros atrás del sitio donde se llevaría a cabo la función.
Una cancha de basquetbol les daba la bienvenida; al fondo, rodeada de un amplio jardín, se encontraba la iglesia donde transcurría la misa efectuada en correspondencia a la fiesta del pueblo; mientras, ellos aguardaban la recepción de las autoridades, la cual se dio con total aprobación a su labor.
Una vez que la ceremonia religiosa llegó a su fin, la invitación a almorzar era abierta, y aún con el estómago lleno, los actores no se resistieron a probar la "masa de chivo" hecha a partir de maíz, salsa roja y carne de borrego.
El sol comenzaba a quemar, y aunque todo parecía indicar que la presentación no se llevaría a cabo; después de haber comenzado un par de dinámicas con los niños, la tercera llamada se dio cuando todos los asistentes terminaron de comer.
Pequeños sentados bajo un techo de concreto y adultos descansados observaban el show que los hizo reír cuando las sillas colocadas como soporte de un niño desaparecieron, y aparecieron tres payasos debajo de él; transcurrido el espectáculo, y con una dinámica más para los pequeños que los aclamaban, dijeron adiós, no sin antes refrescarse con una bebida y nieve de vainilla y coco patrocinada por Rocío; la curiosidad la despertó un extraño postre acostumbrado en el lugar: un sándwich hecho con pan de caja blanco y helado.
La tarde transcurrió con la invitación una fiesta; ya en la noche, Alhelí, Carlos, Iván y Rocío, decidieron admirar las estrellas recostados en el patio del sitio que les daba asilo poco antes de dormir.
Al día siguiente una sorpresa los esperaba en San Miguel Copala, en el municipio de Putla (comunidad que se había dejado en espera como respeto al duelo que vivían por el reciente fallecimiento de un profesor), quien los recibió, si bien con los brazos abiertos, también con cierto recelo.
Unos 50 niños se ubicaron en las gradas de la cancha del zócalo de la localidad; algunos adultos tomaron posición bajo la sombra de algún árbol; sin embargo, la inquietud de los pequeños fue evidente desde el primer momento.
La presentación transcurría sin ningún cambio: un acto de monociclo recién ideado por Chío y Chicloso auguraba un buen momento... minutos más tarde el show se acortó por la excesiva energía convertida en agresividad que demostraba su pequeño público; con el deseo de evitar una situación problemática, se entregaron hasta donde la barrera impuesta por la actitud algo violenta de algunos, les permitía.
Agradecieron y se retiraron; el agente de lugar les ofreció un refresco y una botana para el camino; se acomodaron en la camioneta y se dirigieron hacia Río Venado, donde una visita al río los esperaba.
Ya en el albergue, se cambiaron de ropa, y se dispusieron a quitarse el calor que los agobiaba en el río; acompañados por el profesor Sergio, Hilario y Rigo, disfrutaron de una hora de agua helada y juegos; encontraron piedras de formas peculiares, y se quitaron el temor a la corriente; más tarde, ya secos, fueron al comedor donde unas ricas verduras con papas y huevo los aguardaban.
La nostalgia comenzaba a sentirse, pero el cansancio también; producto de éste, y de los síntomas de gripa que comenzaban a surgir en algunos, y que tomaban fuerza en otros, las ganas de continuar con la tradición de una reunión nocturna no eran muchas; alrededor de las 22:00 hrs. Carlos despertó a Iván para que se fueran a su habitación.

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