julio 28, 2010

De visita por Jilotepec 2

Pero en ocasiones ni por más fuerzas que se le impriman a un deseo, este se vuelve realidad.
El reloj marcaba las nueve de la mañana, pero el sol no se alcanzaba a vislumbrar, en el cielo sólo se podía apreciar un cúmulo de nubes grisáceas; un nuevo día los había alcanzado en una casa alejada del caos que genera una ciudad.
Abrir los ojos y observar un majestuoso tono verde alrededor, hacía que el esbozo de una nueva jornada fuera tomando sentido, en un lienzo tan blanco que en ocasiones evita validar la realidad.
Entraron a la casa después de una fría noche; el lugar ya se había impregnado de aquel olor característico a la tradición de un desayuno familiar, en la televisión se veía el programa matutino de los sábados, en la mesa diferentes platillos para compartir.
Muy lejos de la fría organización de un desayuno comercial, se podía sentir el sabor del huevo con jamón acompañado de frijoles, con sólo olerlo; la sensación incomparable de una tortilla recién salida del comal; la dulcura del atole de arroz, así se logró despertar no sólo el apetito, sino las ganas de comenzar.


Para ver la crónica completa, den clic en Humedad y Sonrisas en Jilotepec [día 2]

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